Escaso dinamismo del crédito
Enrique Marshall Director Magíster en Banca y Mercados Financieros PUCV, exvicepresidente del Banco Central
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Enrique Marshall
El crédito bancario evoluciona en estos momentos con extrema debilidad. Su tasa de expansión interanual, descontada inflación, es del 1,9%. Si nos remitimos a sus distintos componentes, se observa que el de las empresas crece en términos reales al 0,5%; el de viviendas, al 5,9%; y el de consumo, al 2,9%.
Pero, eso no es todo, hay otros desarrollos que refuerzan ese diagnóstico. El crédito minorista aparece muy golpeado, bastante más que el mayorista, lo que es característico de períodos de desaceleración económica. Así, por ejemplo, el crédito orientado a las empresas de menor tamaño, entendiendo por tales aquellas que se evalúan en forma grupal, presenta una contracción del 9,9%.
“Es claro que la economía vive un proceso de ajuste. Pero las cifras tienden a confirmar que las políticas públicas están produciendo los efectos ‘intermedios’ que se esperaban”.
Entre tanto, las operaciones con las empresas de mayor tamaño, definidas como aquellas que se evalúan sobre bases individuales, se expande en un 7,3%. Estos antecedentes permiten afirmar que las colocaciones orientadas a las PYME y los hogares son las más afectadas en esta coyuntura.
Otro desarrollo que da cuenta de lo señalado es la dinámica de los créditos para la vivienda. En junio pasado, el flujo de nuevas operaciones cayó en un 6% respecto del mes anterior y en un 50% respecto del mismo mes de un año atrás. Un registro tan bajo no se observaba desde 2016.
¿Cómo debemos interpretar estas cifras? Hay varias lecturas posibles. Por un lado, es señal clara de que la economía se encuentra en un proceso de ajuste. En los dos años anteriores, el crédito y la actividad se desacoplaron: la primera de estas dos magnitudes creció mucho más rápido que la segunda, lo que no es normal y puede tornarse explosivo si persiste. En estos momentos, la sincronización se ha repuesto y ello es señal de normalidad en el funcionamiento de los mercados.
Por otro lado, las cifras tienden a confirmar que las políticas públicas están produciendo los efectos “intermedios” esperados. Me refiero a que, más allá del debate sobre si el Banco Central reaccionó oportunamente o no -lo que me parece una controversia inconducente-, el mecanismo de propagación de la política monetaria está funcionando en los términos anticipados.
En efecto, el alza de la tasa de política (TPM) ha inducido un incremento generalizado de todas las tasas enfrentadas por hogares y empresas y, como resultado, una desaceleración del crédito y el gasto, con los rezagos que corresponden. Esa es una buena noticia.
El impacto sobre la inflación aún no se verifica, porque ello opera con un rezago algo mayor. Sin embargo, si el gasto continúa en la tendencia observada hasta ahora, ese impacto deberá llegar tarde o temprano.
Una intervención quirúrgica no es deseable en sí misma, pero es buena cuando conduce a restablecer la salud del paciente. Lo mismo se puede decir de un ajuste económico. Bienvenido si permite restablecer la estabilidad y el vigor de la economía.